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Venid a sacar agua de la fuente

Centro de espiritualidad ignaciana, animado por una comunidad de religiosas del Sagrado Corazón de Jesús

El acompañamiento espiritual

Puesto que la fe es personal pero no se vive en soledad, el Centro Sofía Barat te ofrece un acompañamiento espiritual. Aunque forma parte integrante de los retiros, también se ofrece durante todo el año a quienes lo deseen.

¿Que es el acompañamiento?
Desde siempre, la Iglesia ha proporcionado acompañantes espirituales a quienes buscan sentido y a quienes buscan a Dios. La espiritualidad ignaciana ha desarrollado esta tradición a través de la pedagogía de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola.

El acompañamiento es una relación entre tres personas. Por un lado quien acompaña, y por otro la persona acompañada. Y además el Maestro interior, que abre el corazón y que lo alecciona.

En la práctica, el acompañamiento espiritual es un diálogo en el que la persona acompañada habla de su oración, comunica sus alegrías, sus proyectos, sus dificultades, sus dudas, sus temores… Es el terreno de la propia vida donde se pueden descubrir las huellas de Dios y sus llamadas.

El acompañante ayuda a seleccionar, a destacar lo más importante, y a discernir lo que conduce a la verdadera Vida. Nunca decide por la persona acompañada, pero la ayuda a clarificarse y a reconocer como actúa en ella el Espíritu. También puede proponerle medios para crecer humana y espiritualmente.

Durante un retiro ignaciano, el acompañante propone una forma de meditar y una serie de textos bíblicos que siguen la dinámica de los Ejercicios Espirituales.

Testimonio de una acompañante
Acompañar me lleva a experimentar profundamente…

  • que estoy tocando una tierra sagrada, y a descalzarme para entrar en el corazón del otro,
  • que soy testigo del paso de Dios en la vida de la persona que acompaño,
  • a experimentar que soy el cauce por el que pasa el agua viva,
  • a hacer camino juntos, seguros de que el Espíritu nos conduce,
  • a invitar a captar, a contemplar, a palpar que la Trinidad nos habita,
  • a tener la certeza de que después de la noche Él es la luz,
  • a proponer pistas para hacer un camino de libertad, de escucha del deseo profundo que Dios tiene para cada persona,
  • a escuchar con un corazón abierto, libre y compasivo,
  • a orientar con claridad, a plantear las pregunats que ayudan a llegar al fondo sin provocar respuestas que atañen a la intimidad de la persona acompañada,
  • a dejarme tocar por la palabra del otro.

… ES DEJARSE LLEVAR POR EL ESPIRITU.

Mariela Peña, rscj